1. julio 2010
    San José de Costa Rica 
    imágenes callejeras ticas

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  2. Los días se suceden con llovizna y trabajo constantes. También amistad, y diversión sana con nuevos amigos. Costa Rica, en una semana:
    Entrenemiento diario para y con  el trío local Impromptu.
    Taller intensivo inicial para el Centro Cultural de España en Costa Rica, abierto a la comunidad (veinticinco alumnos, luego de una selección de los más de cuarenta anotados)
    Taller para el grupo de Match de Giratablas e Impromptu
    Funciones: Un match con el árbitro uruguayo Altamirano, dos Solos de Impro, un Improbox representando a Impromadrid y España!
    Gratamente sorprendido por las ganas y el nivel de los improvisadores locales, los amateurs y los profesionales. Un movimiento pequeño y prometedor.

    Hoy, 20 de julio, día del amigo en Argentina, una noble tradición argenta que lo comercial invade pero no altera. Día del amigo, y el amigo Javier Monge, provocador de todo este viaje de Juan Ma y yo representando a Impromadrid e Improtour; me despierta con la buena nueva: Hemos sido portada en el suplemento de entretenimiento del diario más importante de Costa Rica. Una nota que significa un verdadero impulso en la difusión de la IMPRO en esta zona.
    Pura vida, amistad y el link:

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  3.  Verano en Madrid, días de calor y de festejos futboleros.
    Un mes de Impro global.
    Finales: de curso con Impromadrid, de temporada con Jamming.
    Pasé por Italia (Milano, Piombino, Torino, Napoli) con talleres, ensayos, funciones para niños, espectáculos para adultos.
    En Buenos Aires, los Improcrash presentaron LINKS, un montaje que les he pasado hace un par de años: improvisación a partir de videos de Youtube seleccionados a partir de consignas del público. El importante teatro Ateneo, lleno para ver lo que el periódico argentino clarín calificó de Tecno Impro.
    Mitad de julio. Cuando se están por cumplir 10 años de mi tour, vuelvo a uno de los primeros de los más de quince países que he pisado desde entonces: Costa Rica.
    Carambolas del destino, esfuerzos y solidaridades varias mediante, iremos con Juan Ma Diez y Héctor Rafael Altamirano representando un poco a Impromadrid, un poco a mi Improtour. Talleres, funciones del Solo, y Catch de Impro jugando para... España (¡!). Ya he vestido las camisetas italiana; colombiana; y por supuesto la argentina.
    Impromptu, de la mano de Javier Monge, y el C.C. De España en Costa Rica, el teatro Giratablas... artífices de este nuevo viaje intercontinental.
    La Impro va, voy con la Impro: a compartir y disfrutar mi trabajo y mi pasión.
    Salud para todos.

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    Prensa:

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  4. Basta descender al Metro, o apearse en la penumbra de un autobús.
    Basta pararse en una gran ciudad, a casi cualquier hora, observar casi cualquier calle, casi toda mirada en la dispar hilera retenida por un hombre muy rojo muy quieto, muy semáforo.
    Basta sentarse en un restaurante medio pelo -que es el pelo más común- y escrutar a un matrimonio de años -que es el vínculo más común; y el amor no lo reflejan como ayer.
    Basta ver los dedos alianzados de los tipos que giran sus cuellos como faros, y sus miradas oscurecen todo culo fémino que pase por ahí.
    Basta con sentir el taconeo pesado de las señoras anilladas, volviendo del mercado con ganas de llorar.
    Basta medir la distancia que hay entre la vidas condensadas en los anuncios comerciales, y las de los ciudadanos de a pie.
    Basta oírnos hablar de telefonía celular, TV, aguinaldos, fin de mes, contratos, coches, medios de transporte, dinero, dinero, dinero.
    Basta oler, basta pesar nuestra basura envuelta en algo más peligroso que la basura, el plástico.
    Basta saber que el sabor del refresco dietético negro, cuesta cerca de un dólar y un tumor.
    Basta interpretar que las vacaciones parecen ser la meta, los 15 días para los cuales se ofrendan en una pira común, poco menos que todos los 340 restantes.
    Basta una oficina, ese icono urbano. La oficina y el comportamiento de los animales humanos y urbanos allí dentro, durante cada segundo de cada año.
    Basta una oficina, un refresco, un matrimonio, una charla de ascensor, una nube sucia, mil coches, la portada de un periódico, los desgarrados suspiros tras la telenovela, la rabiosa desilusión causada por el final de LOST: no lo estamos haciendo bien.
    No sabemos vivir.
    Así parece. Así me parece.
    Hemos evolucionado como consumidores, eso sí.
    Sabemos nuestros derechos, los defendemos medianamente bien, o protestamos con altisonancia. También nos quejamos de nuestra propia pasividad, en otros países esto no... Pero en nuestras vidas, esto sí, a cada rato.
    Nos legaron valor, no somos valientes.
    El miedo vence al deseo, una y otra y otra vez.
    La supervivencia reclama inercia, el animal encuentra calma en el confort; el resto es defenderse.
    ¿La libertad?
    El consumidor encuentra demasiado oneroso su precio, opta por otros bienes y servicios.
    El rebaño de su condición misma reniega, y traviste a la valentía en temeridad. Que nadie se aparte, pues todo escape evidencia la sumisión mayoritaria. Ahí vamos.
    A paso cansino, vamos.
    Hay caballos que, se mueren potros sin galopar.
    Si no logramos brillar, pues la culpa se repartirá en el resto.
    Culpa del sistema, de las circunstancias, del capitalismo, de mis padres y Freud, de mi ex, de este país, de haber parido tan joven, de...
    En un mundo en el que el trabajo sacrifica más que dignifica, un pelotón de bienaventurado tiene por sinónimos trabajar y jugar.
    Jugadores. Trabajadores.
    Aunque la diferencia es brutal si pensamos en el día a día y en las entradas más o menos permanentes a un Olimpo para el resto vedado, por lo demás, son tan de a pie como nosotros.
    Somos todos nosotros.
    También ellos son nosotros un poco.
    Jugadores oficinistas que no supieron vivir el Mundial.
    Entrenadores -jefes bienhablados- que respetan una dignidad propia de nosotros consumidores.
    Han hecho un juego digno. Digno de olvidar.
    Hemos perdido.
    Les legaron el juego, no jugaron.
    Su -y nuestro- miedo a la muerte no les dejó vivir, ni nos alegró la vida.
    Murieron todos sin galopar.
    Excepciones, las hubo y las hay, claro, mencionarlas sería abrir polémicas que bifurcarían lo que quiero decir, y quiero decir esto que pienso:
    No jugamos bien porque no sabemos vivir.
    No sabemos vivir porque ya no jugamos.


    Podrá el consumidor disentir del todo con esta parrafada. En su caso, se trataría de una excelente señal. Nosotros, todos nosotros, los de a pie, intentaremos hacerlo mejor la próxima vez.
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  5. Frente a Elba, aislada apenas por el Tirreno, está Piombino.
    La playa es una ínfima esquina pedregosa, y allí acabo de congelar las plantas de mis pies dentro de la salada agua tirrena. Hace algo más que calor aquí.
    En el pequeño centro de esta pequeña ciudad de mar, la cáscara de un castillo: Rivellino. Aquí estoy trabajando. Trabajar para mí, entre otras cosas, es actuar. Comedia de improvisación, invitado por colegas italianos.
    Ayer, en mi imperfecto dominio de la lengua local, mi alter ego -uruguayo él- contestó a uno de los improvisadores, que durante función parodió el idioma castizo: soy uruguayo, y dos son las diferencias entre nosotros: nosotros hablamos español; la segunda es que mi selección aún está dentro del mundial.
    Bufidos varios, resignados, risas dolorosas y alguna queja entre el público, algo más de una centena de personas, mucha familia.
    Así están aquí, ya pasada la furia, resignados. Van por Ghana. Imagino que por simpatía y por no-competencia. Incluso alguno sonríe y espera por Paraguay, como si eso demeritase la Copa, que en realidad ellos demeritaron con su juego.
    Mañana le toca a mi argentina. 430Pm hora local. A las 930pm daré función, al público le convendrá mi contentura.
    El domingo estaré en Napoli. Napoli, Nápoles. Tierra Santa que aún no conozco. También iré a actuar, a improvisar; iré a jugar. Hoy veo fotos de Nápoles cubierta de banderitas argentas en recuerdo, apoyo y aliento al d10s, al diez.
    Espero el domingo continúen allí, flameando. Espero, ansío, deseo, sueño la continuidad mundial.

    Desde Piombino
    Omar Argentino Galván.
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  6. La gira italiana, la enésima gira italiana, era breve y saltarina.
    Torino para una función con Quinta Tinta, para niños y familia. 
    Un éxito ante mucho público en la sala más prestigiosa para niños y jóvenes de Torino.
    Deliciosa función.
    Un día libre bastó para Milano y trabajo de escritorio con las chicas agrateses con las que preparamos un proximo montaje.
    Hoy Piombino. Tres días. Jueves a sábado. 
    Varios roles a público entre los que se cuenta, esta noche... el ser... ¡presentador de catch de Impro!
    Curiosa misión para mi incompleto pero decidido dominio del italiano; un Valerio Mazza sin belleza.
    El sábado será espectáculo inmediatamente después de Argentina Alemania. Que el público de Piombino rece por los argentinos, pues reflejaré el resultado en la escena, seguramente (qué profesional).

    Una comunicación virtual, hace horas, me invita. Domingo función en Napoli, vienes?
    Más de una vez quise ver Napoles, aunque sin morir después.
    Con pocas posibilidades de recorrido turístico, voy. A trabajar, a jugar, qué más.
    No hace falta que sean días mundialistas para pensar en un compatriota que hace décadas fue a Napoli para jugar. 
    Una de las primeras funciones de Impro en esa ciudad del sur del norte.
    Será en la sala del Jardín Botánico napolitano, más precisamente en el Huerto, cuya traducción al italiano es Orto. 
    Horas de júbilo, funciones, amistad, viajes, trabajo y orto, qué más se puede pedir.
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  7. No es sudafricano, ni le interesa tanto el fútbol.
    Dos asuntos en los que ni siquiera piensa.
    Sí reflexiona acerca de su meticulosidad
    a la hora de preparar el desayuno,
    su mujer ha renunciado a esa actividad,
    sin discusiones,
    ambos suponen que lo meticuloso responde
    a su oficio:
    director de orquesta.
    Música para Mundial,
    Himnos nacionales
    Cuartos de final.
    Los días de uno de sus trabajos más importantes
    están terminando,
    en eso y en su mujer piensa
    en el pulcro desayuno del hotel,
    pero el pensamiento se diluye,
    ahora se concentra
    en el particular doblez
    de la servilleta de tela.
    La sorprenderá al volver a casa.
    Hoteles.
    Algunos compañeros llegan a la cafetería,
    se saludan con gestos de cabeza
    y comentarios de resultados.
    Café.
    Cuartos de final.
    Cuartos de hotel.
    Uruguay – Ghana.
    Ghana
    le gusta ese himno,
    de los que han preparado es, sin duda,
    el que mejor les sale.
    Fuerza, cadencia, melodía,
    un final sincopado
    todo un himno.
    Lo más probable es que hoy lo toquen
    por última vez.
    Ghana.
    Uruguay.
    Uruguay es el favorito.
    No se queja,
    es una especie de regalo.
    Se podría decir que ya se había despedido
    en octavos de final,
    contra Estados Unidos
    quién no sabe tocar ese himno.
    Pero Ghana sigue
    al menos hasta hoy.
    Uruguay.

    Ahí están.
    La multitud.
    Los hombres en pantalones cortos.
    Ahí está él.
    Su gesto afirmativo.
    Los acordes.
    Su trabajo.
    Ghana.
    La ovación,
    las cámaras
    el silbato.
    Él deseando el triunfo africano
    sólo por el himno,
    por el momento más placentero de su trabajo,
    su trabajo: director de orquesta
    organizador de la nada.
    Música.
    Himnos.
    Fútbol.
    Abajo,
    el espacio verde lleno de nada
    una nada apenas interrumpida
    por machas que corren.
    Enormes porcentajes de nada.
    Todo es nada.
    La orquesta es nada,
    los himnos: una grabación amplificada
    una serie irregular de ciertos impulsos eléctricos
    Si alguna vez existió,
    ahora no existe
    no existen
    la orquesta
    él
    el desayuno
    la mujer
    no son.
    No es sudafricano ni le interesa el fútbol,
    no existe,
    no es
    no está.
    Sí las cámaras
    corriendo
    girando
    flotando,
    sí nosotros
    ubicuos nosotros
    cenitales
    viendo incluso pases posibles
    probables directrices trazadas por el balón
    para recortar espacios
    recortar la nada
    pases inexistentes
    que los hombres de corto no ven
    nosotros sí,
    organizadores de la nada
    directores técnicos de orquestas ajenas.
    Cuartos de nada.
    Ahora sí,
    el esperado chasquido de la red
    -enorme porcentaje de nada
    apenas interrumpida por sintéticos hilos-.
    Gol.
    Gol.
    Gol de quién.

    milano italia 2010
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  8. Nunca no veas un partido con la Tía Fontana


    Esta tarde, Tía Fontana se ha instalado en casa a no ver un partido, ni dos.
    Quiere simplemente que bebamos té y hablemos del Mundial. Sabe que debo escribir sobre Costa de Marfil vs. Corea del Norte.
    - No veamos ese partido, odio las despedidas.
    Quizá por el lado místico logre convencerla, con tono angelical Costa de Marfil saldrá con la necesidad de marcar ocho goles, que esa goleada combinada con una victoria de Brasil, operarían el milagro. Vamos tía, eres creyente, vas a tu iglesia a agradecer, esperar y pedir milagros...
    - Si miras bien, sobrino, en mi religión la facultad de hacer milagros está destinada a occidentales y blancos.
    Nunca veas un partido con Tía Fontana. Nunca no veas un partido con Tía Fontana.
    De cuatro de la tarde a once de la noche hora Madrid, luchamos por el mando a distancia, encendiendo y apagando la TV, a veces gritando entre teteras, naipes de poker y dulces de repostería. Lo único intocable por ambos: el ordenado caos de mis barrocas maquetas estratégicas mundialistas, de las cuales adjunto imagen.

    Del fragor de la batalla, sólo me quedan retazos:
    Tía:- Este Brasil sólo es divertido por el juego que dan Elano y Kaká.
    Yo:- Pero tía, también jugará Ronaldo.
    Tía:- Ronaldo está gordo y no viajó a Sudáfrica.
    Yo:- No tía, Cristiano Ronaldo.
    Tía:- El cristiano es Kaká, y no juega.
    Yo:- CR7, Tía...
    Tía:- Hundido
    .

    Yo:- ¿Por qué lloras, tía?
    Tía:- Pensaba en mi peluquera, que es hondureña... Honduras no clasificó.
    Yo:- Bueno, era previsible. De todas formas, de los siete países del continente americano, han entrado seis: Estados Unidos, México, Brasil, Paraguay, Chile y Argentina. Eso es muy bueno para el fútbol americano.
    Tía:- ¡Haberme dicho antes sobrino! ¡Fútbol Americano! ¡Con razón tantas patadas!

    Han pasado horas. Los milagros no se han consumado para Costa de Marfil.
    Chile pierde y se clasifica. Demasiado para la tía Fontana, que aún discute cómo puede ser que la Roja juegue contra la Roja, y que la Furia Roja sea azul.
    Se encoleriza cuando el portero chileno sale tan lejos de su portería y Villa convierte desde tan lejos lo que Torres no convierte desde tan cerca, le parece una falta de respeto para el compañero y el rival. Pide que invaliden la jugada, Villa festeja el gol trotando hacia atrás, dónde se ha visto tal calamidad.
    La expulsión del chileno le parece justicia demorada, se la merecía de antes y el tacle no es intencional, menos tratándose se fútbol americano.
    De pronto, un rapto de lucidez familiar, la tía masculla mientras el entrenador de Chile va y viene: “A este Bielsa le pasa algo, es como Russel Crowe en “Una mente brillante”, debe ver jugadas por todos lados, directrices invisibles, luminosas conexiones del balón que sólo fosforecen en su cerebro. Ponme más té.”
    Té, goles y silencio

    Yo:- Mañana empiezan los octavos de final, juegan primeros contra segundos.
    Tía:- Si juegan primeros contra segundos, no son octavos, son primeros o segundos. Como sea, ¿Francia contra quién juega?
    Yo:- Francia está afuera de Sudáfrica.
    Tía:- Geografía pura, sobrino, pero con quién juega.
    Yo:- Con nadie.
    Tía:- Partido fácil, pero con Domenech nunca se sabe...
    Yo:- Los que juegan son Urugay-Corea, los primeros octavos...
    Tía:- Ah, ahora entiendo. Corea termina cuarto en su grupo, por eso juega la mitad de un cuarto, porque un cuarto es la mitad o el doble de un octavo...
    Yo:- No tía, esto es Corea del Norte, y está quedando eliminada... Uruguay juega con Corea del Sur...
    Tía:- Ah, entonces a la que eliminaron el otro día fue a Italia del Norte, qué bien, quiero ver a Italia del sur... ¿con quién le toca?
    Yo:- Tía, Italia es una sola, no es una Italia del Norte y otra del Sur....
    Tía:- Sobrino, si tu crees eso, es que no sabes nada de Italia...

    Té, goles y silencio.
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  9. Lugares comunes de un cerebro Jabulani

    Al cerebro no le queda otra que simplificar. Por eso somos rápidos, versátiles, vivos. Ante la avalancha de información constante -una infinidad de estímulos sensoriales- el camino más óptimo para el gris desguisado de cables neuronales, es abstraerse, suponer, echar mano a lo conocido, y así poder completar, comprender y reaccionar.
    El desorden y lo inesperado, desestabilizan la lógica cerebral, exigiendo nuestra atención. El humor supone uno de esos imprevistos, descoloca por instantes -los que tardemos en entender la gracia- y provoca una encantadora consecuencia: la risa.
    Por su parte, de la necesidad mental de compartimentar, etiquetar y resumir la información, surgen los lugares comunes.
    El humor suele nutrirse de los lugares comunes, las bromas más clásicas están pobladas por grupos definidos y reconocibles: nacionalidades, razas, gremios, géneros, hasta hinchas de equipos de fútbol.
    Ciertas estructuras humorísticas garantizan una efectividad global, sólo es cuestión de adaptar los arquetipos de los lugares comunes, a juicios y prejuicios del interlocutor. Por ejemplo, el arquetipo del corto de entendederas, para los latinoamericanos será el gallego; para los estadounidenses los polacos; los carabbinieri (policías) para los italianos; para muchas mujeres, las modelos; para los machistas, las mujeres...
    Es entonces donde cada quien pone sus límites de corrección política o moral. Hay chistes que se cuentan sólo a puerta cerradas, los hay que producen alguna gracia e inmediata culpa, y otros condenables desde el inicio del planteo.
    El tiempo y la distancias juegan su propio rol: las heridas recientes no se tocan; mientras estén próximas en tiempo y lugar, menos humor deberían generar. Deberían.
    Difusas resultan las fronteras entre correcto e incorrecto, peligroso e inocente, generalizador o prejuicioso, mal o buen gusto. Aunque en rigor de verdad, este tipo de gracias retratan a quien las hace, sólo por hacerlas, y a quien las festeja, sólo por festejarlas.
    En Sudamérica toda, en partes de Centroamérica y en México todo, el argentino representa al fanfarrón, al egocéntrico, al mamón por antonomasia.
    Al cumplir tres décadas, salí de mi Buenos Aires natal en un recorrido panamericano, que terminó con una estancia de casi cuatro años en el DF. He visto, padecido y comprobado el tantas veces justificado lugar común que generamos los argentinos de la capital, los porteños.
    (Paréntesis didáctico: El resto de argentinos no sigue el estereotipo de los capitalinos, pero son éstos, los porteños, los más numerosos y viajeros. Por otra parte, bonaerense no es sinónimo de porteño).
    En cada parada de mi periplo, fui agasajado con una parva de chistes de argentinos; los recibía como pagando una cuenta casi ajena, generoso siempre, sonriendo a veces o hasta aportando nuevos chascarrillos sobre los pinches mamones. Debo admitir haber ejercitado también una muda soberbia, fingiendo divertido asombro ante colmos, ejemplos y gracias oídas en cientos y cientos de rondas.
    Incluso, conociéndome con el tiempo, más de uno me ha insultado con un aparente elogio: “es que tú no pareces argentino”. Pues lo soy hasta en el nombre, pero se puede ser argentino sin avasallar con la prepotencia del egocentrismo, como se puede ser mexicano sin..... peruano sin.... chileno sin.... boliviano sin..... judío sin... alemán sin.... negro sin... mujer sin.... hombre sin....
    Por suerte, en México me topé con gente que no se anclaba a la norma del cliché, con la que generé deliciosas amistades, gente de la aprendí y aprendo a vivir.
    No me declaro fuera del juego de los estereotipos, ni mucho menos; pero tanto viaje me ha ayudado a diluir los que hoy considero corrosivos, perjudiciales.

    A su modo, las guerras también simplifican. Se define al enemigo con una o dos características execrables, y miente miente que algo quedará.
    Sea entre países o ex-parejas, el enemigo encarna al arquetipo de alguna inmundicia.
    El deporte, metáfora en primer grado de la guerra, no está libre de esta simplificación. Un Mundial de fútbol, con banderas flameando, himnos y representaciones nacionales, propone el escenario ideal para que campeen a sus anchas, decenas de estereotipos geopolíticos y raciales. Alimentan un fuego nada fatuo, el doble discurso periodístico, que por un lado hermana y simultáneamente proclama los duelos a vida o muerte; también la FIFA echa leña, como en la última Copa de África, imponiendo su show must go on ante el asesinato múltiple.
    Me reconozco como uno con las prioridades levemente alteradas de la media; el fútbol para mí está en altos escalones que quizá no le corresponden, lo sé; pero vida y muerte no entran a la cancha. He fantaseado con una muerte, como tantas ocurren, en la Bombonera, ya anciano yo, viendo a mi Boca Juniors en alguna contienda literalmente infartante; pero incluso ahí tendrá más que ver mi futura debilidad coronaria, que el balompié mismo.

    Se vienen los Cuartos de Final. Duelos a vida o muerte.
    El azar y Jabulani, ambas quimeras inasibles, han querido que México y Argentina vuelvan a verse las caras.
    La mesa para los lugares comunes, está servida.
    El primer blanco, obviamente, ha sido el entrenador argentino. Arrecian los chistes con su pasada -y quién sabe si presente-, relación con las drogas. Entre otras pocas cosas, los cerebros simplificados sufijan a Maradona con drogadicto, gordo, el que hizo el gol con la mano, el bravucón sin léxico... Hasta allí, me parece normal, esperable; absolutamente más cercano al fanatismo que al contrafanatismo que genera, no deja de llamarme la atención que esta pirotecnia de comentarios ingeniosos provengan mayoritariamente, de los que auguraban un fracaso deportivo del 10 ya en la primera ronda.
    (Valga otro paréntesis aclaratorio: en estas líneas se considera al ingenio un hijo macho siempre veloz, a veces brillante, a veces imbécil; de la fértil y fémina inteligencia)
    Supongo que a la exageración irracional de quienes creen a Maradona dios, le corresponde el agnosticismo opuesto, que lo subhumaniza. Ambos extremos lo mitifican.
    La alarma, mi alarma, es que a un par de dedos de distancia -dos dedos de frente, quizá- se hallan los lugares comunes referidos párrafos atrás. De uno y otro lado.
    Ya con la victoria mexicana a Francia, leí afiebrados insultos a los gabachos. No hablo de gente que escupe visceralidades descerebradas, no; hablo de gente que bienlee y bienescribe. Lo mismo ocurrió en planos de auto referencia mexicana, el primer empate gatilló reflexiones hacia la propia mexicanidad, en términos del todo peyorativos: se adjetivaron de mediocres, miedosos, serviles...
    A México se le viene ahora Argentina, y aunque los pronósticos favorezcan a los del sur, no es para nada -para nada- improbable una victoria azteca.
    Entreveo el panorama sin esfuerzo.
    Clasificada Argentina, la lápida sobre Aguirre pesará lo que una flor, comparándola a las sentencias que se infligirán a sí mismos tantos mexicanos, agoreros de la merecida derrota eterna, esclavos de su propia idiosincrasia del ya merito, condenados a ser insurgentes sólo en las avenidas. En ese espejo gastado pasarán escupiéndose los días que resten del Mundial.
    Ganando México, los sí se pudo colgarán hasta de los edificios de gobierno, y desbordará el exitismo patrioteril, ese que iguala a todos los pueblos que llevamos el balón en el cuero. Pero no se quedará allí, aparecerá inevitable la catarsis ante los argentinos mamones, prepotentes, egocéntricos. Destripado el 10 entrenador, no pocos -nada pocos- acto seguido soltarán en la seguridad de la victoria consumada, su manada de lugares comunes para que ataquen toda sombra blanquiceleste que se menee.
    También es natural. También, hasta cierto punto, sucede en Argentina cuando los rivales son otros. Es natural, pero temo. No al partido ni a sus consecuencias, eso me despierta ansiedad, cosquillas, ganas, vital arritmia. No. Temo a tanto ser querido, a tanto ser respetado, extendiendo el campo de batalla hasta vomitar sobre lo que entienden por argentinidad.
    A la ironía, al juego picante, a las frases ardidas, les entro sin chistar, allí alcanzo niveles agudos, tanto de chingar como de aguantar vara. Es la elucubración del festejo -o del lamento- a partir de lugares comunes hirientes, la que quiero evitar, evitarme, evitarnos.
    Soy consciente de la imposibilidad del objetivo.
    Quizá esta demasiado extensa reflexión la esté escribiendo como paracaídas, en ningún caso como vaticinio, pues espero con todas las ganas que Argentina siga en el Mundial.
    Actualmente colaboro en un medio mexicano y virtual, con mis parrafadas futboleras. En La Melé -el sitio en cuestión, que espero también publique esto- formo parte de un equipo de articulistas de mejor pluma que la mía, a la mayoría me gusta leerlos, un par son amigos cercanos. Así y todo, aunque este seleccionado intelectual se mueva evidentemente mucho mejor por la izquierda, que por otras bandas; y se floree de dúctil dominio de las letras, aún así a algún compañero de escuadra se le fue el pie, y ya publicó renglones acerca de la soberbia argenta, y similares lugares comunes. Si esto ocurre en un reducto apasionado pero letrado, imagino lo que se cuece a dos dedos de distancia de allí. No imagino, lo he visto.
    Se acerca el domingo, una victoria me llevaría a una euforia conocida, repetida. Una derrota me entristecería hondamente, aún con el remoto y concreto consuelo de que implicaría una enorme alegría para tantos de los míos. Pero leer de alguien pluricelular y pensante un, tómenla pinches argentinos culeros, mamones, me lastimaría según de quién viniera, tanto como heriría alguna respuesta bisturí mía fuera de juego, de la que soy capaz, no digno.

    El cerebro simplifica, etiqueta, generaliza, presupone.
    Somos nuestro cerebro.
    Con el resultado puesto, veremos qué tan simples resultamos.
    Gracias por haber leído hasta aquí.

    Desde Madrid
    Omar Argentino Galván.

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  10. Tía Fontana esta vez avisa: prepárate, voy al Circo Bafana.
    Entendido el mensaje, el Circo es Francia, Bafana es Sudáfrica. Comento que en lo personal prefiero ver México Uruguay, entre las razones que me exige, la que menos le convence es la que me gusta el fútbol.
    Nos ponemos de acuerdo en alternar el control del zapping, que de por sí es una alternancia. A Tía Fontana le cae bien Domenech, ella también es esotérica: cree en el horóscopo azteca, en la lectura del café, en la santa iglesia católica, y cosas por el estilo.
    Si ver fútbol con la Tía Fontana es de por sí un hecho confuso, ver dos partidos simultáneos resulta un festival de yerros que hasta la defensa norcoreana parece ordenada.
    Nunca mires un partido de fútbol con la Tía Fontana. Menos dos.
    Se me ocurre ensayar un cálculo de las probabilidades de cada equipo, y las diferencias de gol, y la Tía entiende que estoy practicando numerología, por lo que aprovecha por pedirme que le revele qué dicen los números sobre el estado de su vesícula. Le repito que sólo estoy haciendo cálculos, entonces me agradece, convencida que le acabo de diagnosticar cálculos en la vesícula. No hay caso.
    Los primeros movimientos de Francia y Sudáfrica de tan torpes, son festejados por Tía Fontana, quien al verlos saltar sin ton ni son intentando bajar un balón, supone cierto que se trata de un circo. Entusiasta exclama: Esto es arte, mira, mira, casi no tocan la pelota, se caen y se levantan solos, y ese amarillo que tan bien sienta con el negro.
    Cambio. México le aplica el ole, ole a Uruguay, diez toques o más. Todos, claro, en las inmediaciones del círculo central. Uruguay es frontal y lastima, parece saber que ante México puede y debe ponerse el traje de grande del fútbol mundial.
    Cambio. Henry en la banca, espera su despedida. La tía no entiende que Guille Franco sea titular en lugar de Henry. Trato de aclarar, pero argumenta que tanto zapping la ha desconcertado, además, acusa, tú mismo sabes que tengo cálculos.
    De aquí en adelante, de los goles veremos sólo la repetición, Murphy impone su ley y siempre estamos en el canal equivocado.
    Gol de Uruguay. Forlán, dice la tía. No tía. Entonces no es de Uruguay, será de México. No tía. Cambio. Segundo gol de Sudáfrica, peligra México. La tía reprocha que si peligra México recién ahora y no con el gol de Uruguay, es que el gol fue mexicano y ahora los sudafricanos le ganan a México 2 a 1. Para ella están jugando México, Uruguay y Sudáfrica, en dos canales. Francia no, Francia no juega. No sé cuán equivocada está.
    Las sentencias de la Tía Fontana son tan molestas como las vuvuzelas, a la vez, tampoco imagino este Mundial sin ellas.
    Entretiempo.
    Imagino el cortometraje del sinsentido más tenso de la historia del fútbol: estos quince minutos en el vestuario de Francia. Como buen film francés, abundaría más en silencios que en palabras.
    Le cuento de qué va el circo a la Tía Fontana, de Anelka espetándole “Sucio hijo de puta”a su entrenador -hay que ver el tono con el que se lo dijo, concilia mi tía-, del cabaret -de eso el caracortada Ribery sabe un rato, que anda con unas menores de ligas mayores, suelta ahora muy informada-, del motín de los jugadores -y ahí se despacha con un: demasiado Escorpio con Tierra y Dragón.
    Ahora la tía, mientras cambia el suero que me alimenta desde que ya no voy a la cocina para evitar perder detalles mundialeros, suelta algunas de las suyas:
    Bueno, Francia mejorará cuando presente una selección de profesionales.”
    Mira, Domenech manda a su asistente a hablar con Henry, porque ellos ya no se dirigen la palabra. Como los padres divorciados, que usan a sus hijos para hablar entre ellos”.
    Al fin y al cabo, la cultura mexicana es claro resultado de la mezcla entre sudafricanos y franceses”
    - Cómo tía?
    Entonces sobreviene el silencio de vuvuzuela que presagia lo peor. Toma aire y reflexiona:
    - Digo yo... pongamos que México pierde 2 a 0, y que ni Sudáfrica ni Francia logran una goleada portuguesa... bien, así clasifica, segundo, pero clasifica. Ahora, si México pierde 2 a 0 y sudafricanos o franceses golean de escándalo, dejando afuera a los aztecas... Digamos, pienso. Pienso esas posibilidades, y en los dos el partido de México es el mismo, cae 2 a 0. ソTu crees que, quienes analizan la idiosincrasia entera de un país a partir de un par de partidos de fútbol; sacarían las mismas conclusiones de un mismo partido, tanto si se clasifican como si no, aún si eso no depende de ellos sino de otras dos selecciones? Yo creo que no. Que el idéntico partido les daría casi opuestas conclusiones a los amantes de la sociología a las patadas. Por eso, mañana la mexicanidad entera será desmenuzada, parte por lo que haga el equipo contra Uruguay, pero también gran parte por los que hagan sudafricanos y franceses. Francia y Sudáfrica deciden hoy un poco de la idiosincrasia mexicana, del miedo a perder, el ya mero, el fuertes a pesar de los obstáculos, de la raza, de la mezcla entre las nuevas y las viejas generaciones. De eso, sobrino del alma, de eso, pero no me hagas caso, que yo de fútbol no tengo idea.
    Ya ves, ahora es gol de Malouda de Francia para México, a mí del todo no me engañan. ソCuántos goles deben hacerle a Sudáfrica para que Uruguay elimine a México y Francia se quede en el Mundial?

    - Nada tía, los cálculos a la mierda -respondo vencido por la lucidez y la locura de Tía Fontana.
    - ソEstás seguro, los cálculos a la mierda?
    - Sí, tía, ya está, los cálculos ya no sirven de nada -y no alcanzo a mostrarle que han terminado los partidos, que interrumpe emocionada.
    - Gracias, me curaste los cálculos, te quiero tanto! Voy a festejar! -Y se va feliz, con su bandera hecha de retazos que representan a los tres países que han jugado hoy, porque Francia, como ella bien dice, no juega en un Mundial desde aquél cabezazo de Zidane a Materazzi, tan circense todo.
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Actor-docente-director-investigador especializado en Impro (técnicas de improvisación teatral). Con su improtour constante, ya pasó por más de veinte países. Cofundador de la compañía Sucesos Argentinos (1996), desde el años 2000 en viaje unipersonal. Creador de formatos (Solo de Impro, Improlandia, Impro no more, Links...). Organizador del Primer festival de Impro en español (México 04). Desarrollando método "impropainting" basado en Soundpainting de Walter Thompson. Reside en Madrid, pero está en constante gira.
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